Enfermedad de Parkinson

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La enfermedad de Parkinson es un trastorno del movimiento que afecta al sistema nervioso, causando dificultades en el movimiento muscular. Se trata de una enfermedad crónica y progresiva, lo que significa que sus síntomas no desaparecen y tienden a empeorar con el tiempo.

En el cerebro, algunas células nerviosas producen una sustancia química llamada dopamina, que envía señales para coordinar el movimiento y la coordinación. En las personas con Parkinson, estas células pueden morir o no funcionar correctamente, lo que resulta en una disminución en la producción de dopamina. Esto afecta la capacidad del individuo para controlar sus movimientos de manera normal.

¿Qué caracteriza la demencia asociada con la enfermedad de Parkinson?

La demencia asociada con la enfermedad de Parkinson se caracteriza por cambios cognitivos que afectan varios aspectos mentales, como la función ejecutiva, la atención, la memoria y la capacidad de razonamiento. Se diagnostica cuando se produce un deterioro cognitivo significativo en alguien que ha vivido con síntomas motores de Parkinson durante un año o más (normalmente varios años).

  • El Parkinson es una enfermedad neurológica degenerativa que afecta principalmente a personas mayores de 60 años, con una incidencia del 1% en esta población.
  • Más de 10 millones de personas en todo el mundo viven con Parkinson.
  • La incidencia de la enfermedad de Parkinson aumenta con la edad, pero se calcula que un 4% son diagnosticadas antes de los 50 años de edad.
  • Los hombres tienen 1.5 veces más probabilidades de tener la enfermedad de Parkinson que las mujeres.
  • 10 a 15% de los pacientes tienen antecedentes familiares de Parkinson
  • 85 a 90% desarrolla Parkinson sin ningún antecedente.
Factores de riesgo
  1. Edad: La enfermedad de Parkinson generalmente se manifiesta en la segunda mitad de la vida o en la vejez, siendo poco común en adultos jóvenes. El riesgo aumenta con la edad, y la mayoría de las personas la desarrollan alrededor de los 60 años. En casos de inicio temprano, la consejería genética puede ser útil para la planificación familiar y se requieren consideraciones especiales en cuanto al trabajo, la vida social y los efectos secundarios de los medicamentos.
  2. Herencia: Tener un familiar cercano con la enfermedad de Parkinson aumenta las probabilidades de padecerla, aunque el riesgo sigue siendo bajo a menos que haya múltiples casos en la familia.
  3. Sexo: Los hombres tienen una mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad de Parkinson en comparación con las mujeres.
  4. Exposición a toxinas: La exposición prolongada a herbicidas y pesticidas puede aumentar ligeramente el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson.

La enfermedad de Parkinson es causada por la degeneración o muerte progresiva de ciertas células nerviosas del cerebro, conocidas como neuronas. La pérdida de estas neuronas, que producen dopamina, un neurotransmisor crucial, provoca irregularidades en la actividad cerebral, resultando en problemas de movilidad y otros síntomas de la enfermedad.

Las causas exactas de lo anterior no están completamente comprendidas, pero se cree que factores genéticos y ambientales juegan un papel importante. Cambios genéticos específicos pueden ser responsables en algunos casos, aunque son poco comunes, y ciertas variaciones genéticas pueden aumentar el riesgo, aunque este sea relativamente bajo.

Además, la exposición a toxinas y factores ambientales puede contribuir al riesgo de desarrollar la enfermedad en el futuro, aunque este riesgo es pequeño.

En los cerebros de las personas con Parkinson se observan diversos cambios, como la presencia de cuerpos de Lewy, masas de sustancias específicas dentro de las neuronas cerebrales, que se cree que contienen pistas importantes sobre la causa de la enfermedad. Entre estas sustancias se encuentra la alfa-sinucleína, una proteína que se encuentra en los cuerpos de Lewy y que los investigadores consideran un objetivo crucial para entender y tratar la enfermedad de Parkinson.

  1. Síntomas motores principales:
    • Temblores: Movimientos oscilatorios en manos, brazos, piernas, mandíbula o cara, que empeoran con el tiempo y afectan más a un lado del cuerpo.
    • Movimientos lentos (bradiquinesia): Dificultad para iniciar y ejecutar movimientos, volviendo las tareas cotidianas más lentas.
    • Rigidez muscular: Contracción y rigidez de los músculos, dificultando el movimiento.
    • Problemas de postura y equilibrio: Dificultad para mantener una postura erguida y riesgo de caídas.
  2. Otros síntomas motores:
    • Dificultad para iniciar el movimiento de los pies.
    • Micrografía: Contracción de la escritura a mano.
    • Hipomimia: Expresión facial reducida.
    • Movimientos rápidos en lugar de lentos.
  3. Síntomas no motores:
    • Pérdida del olfato.
    • Estreñimiento.
    • Cambios en el estado de ánimo.
    • Trastornos del sueño.
    • Salivación excesiva.
    • Cambios en el peso corporal.
    • Problemas de vista o dentales.
    • Fatiga o pérdida de energía.
    • Problemas cognitivos, incluyendo la pérdida de memoria, confusión y pensamiento lento.
    • Posible desarrollo de demencia relacionada con el Parkinson.
Complicaciones

La enfermedad de Parkinson puede venir acompañada de diversos problemas adicionales que pueden ser tratados:

  • Dificultad para pensar y problemas cognitivos: En etapas avanzadas, pueden presentarse problemas cognitivos, incluida la demencia, que a menudo no responden a los medicamentos.
  • Depresión y cambios emocionales: La depresión puede aparecer en las primeras etapas y tratarla puede facilitar el manejo de otras problemáticas emocionales como miedo, ansiedad o pérdida de motivación.
  • Problemas para tragar: Con el tiempo, pueden desarrollarse dificultades para tragar, lo que puede provocar atragantamientos y desnutrición.
  • Problemas para masticar y comer: En etapas avanzadas, los músculos de la boca pueden ser afectados, dificultando la masticación y la alimentación.
  • Problemas para dormir y trastornos del sueño: Las personas con Parkinson a menudo experimentan dificultades para dormir, despertares frecuentes durante la noche o somnolencia diurna, que pueden tratarse con medicación.
  • Problemas con la vejiga: La enfermedad de Parkinson puede provocar problemas de vejiga como incontinencia urinaria o dificultades para orinar.
  • Estreñimiento: El funcionamiento más lento del sistema digestivo puede llevar a estreñimiento.
  • Cambios en la presión arterial: Se puede experimentar mareo o aturdimiento al levantarse debido a una disminución repentina de la presión arterial (hipotensión ortostática).
  • Disfunción del olfato: Pueden presentarse problemas para identificar o diferenciar olores.
  • Cansancio: Sensación de fatiga y pérdida de energía, especialmente al final del día.
  • Dolor: Algunos pacientes experimentan dolor, ya sea en áreas específicas o en todo el cuerpo.
  • Disfunción sexual: Puede haber una disminución del deseo sexual o del rendimiento sexual en algunos casos.

En la progresión de la enfermedad de Parkinson, se pueden distinguir cinco etapas:

  1. Primera etapa: Caracterizada por síntomas leves que no interfieren significativamente con las actividades diarias. Los temblores y otros síntomas motores generalmente afectan solo un lado del cuerpo. Se observan cambios en la postura, el caminar y las expresiones faciales.
  2. Segunda etapa: Los síntomas comienzan a empeorar y afectan ambos lados del cuerpo o la línea media. Pueden presentarse problemas para caminar y una postura deteriorada. Aunque la persona aún puede vivir sola, las tareas diarias son más difíciles y lentas.
  3. Tercera etapa: Se caracteriza por la pérdida de equilibrio y la inestabilidad al girar o estar de pie, lo que aumenta el riesgo de caídas. Aunque la discapacidad es leve a moderada, la persona puede continuar siendo independiente en algunas actividades diarias.
  4. Cuarta etapa: Los síntomas están completamente desarrollados y son severamente discapacitantes. Aunque la persona aún puede caminar y pararse, puede necesitar ayuda con las actividades diarias y no puede vivir sola.
  5. Quinta etapa: Es la etapa más avanzada y debilitante. La rigidez en las piernas puede impedir ponerse de pie o caminar. La persona necesita cuidado las 24 horas del día y puede estar confinada a una silla de ruedas o cama.

Dado que la causa de la enfermedad de Parkinson sigue siendo desconocida, tampoco se han establecido métodos definitivos para prevenir su desarrollo. No obstante, algunas investigaciones sugieren que el consumo de cafeína, presente en el café y el té, podría reducir el riesgo de padecerla. Además, se ha observado que el consumo de té verde también podría tener efectos protectores contra la enfermedad de Parkinson.

Además, estudios han demostrado que el ejercicio aeróbico regular puede contribuir a disminuir la probabilidad de desarrollar la enfermedad de Parkinson.

Diagnóstico

Actualmente, no existen pruebas de laboratorio específicas, como análisis de sangre, para diagnosticar casos no genéticos de la enfermedad de Parkinson. Por lo general, los médicos realizan el diagnóstico basándose en la historia clínica del paciente y en un examen neurológico. Si los síntomas mejoran con medicamentos específicos, esto puede confirmar el diagnóstico de Parkinson.

Sin embargo, otras afecciones de salud pueden presentar síntomas similares a los del Parkinson. Estas condiciones, como la atrofia multisistémica y la demencia con cuerpos de Lewy, pueden denominarse "parkinsonismo". Aunque inicialmente pueden confundirse con la enfermedad de Parkinson, ciertas pruebas médicas y la respuesta a los medicamentos pueden ayudar a diferenciarlas.

Es crucial obtener un diagnóstico preciso lo antes posible, ya que muchas otras enfermedades con síntomas similares requieren tratamientos diferentes.

Tratamiento

La enfermedad de Parkinson no tiene cura, pero existen tratamientos que pueden ayudar a controlar sus síntomas, como medicamentos y, en algunos casos avanzados, cirugía.

Medicamentos:

Se utilizan para controlar problemas de movimiento, temblores y dificultades para caminar, aumentando o reemplazando la dopamina, cuyos niveles son bajos en el cerebro de las personas con Parkinson. Aunque los síntomas pueden mejorar significativamente al inicio del tratamiento, con el tiempo los beneficios de los medicamentos pueden disminuir.

Procedimientos quirúrgicos:
  1. Estimulación cerebral profunda: Se implantan electrodos en una parte específica del cerebro, conectados a un generador en el tórax. Este envía impulsos eléctricos al cerebro para reducir los síntomas de Parkinson, especialmente útil para quienes no responden bien a la medicación.
  2. Ecografía focalizada guiada por resonancia magnética: Tratamiento mínimamente invasivo que utiliza ondas de ultrasonido para quemar las zonas del cerebro que contribuyen a los temblores.

Es importante tener en cuenta que la cirugía y otros tratamientos avanzados pueden tener riesgos y no previenen la progresión de la enfermedad de Parkinson. El equipo médico puede ajustar los tratamientos según sea necesario para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.

Pronóstico

En el caso de la enfermedad de Parkinson el pronóstico es muy variable porque la enfermedad es muy heterogénea tanto en los síntomas clínicos como incluso en las causas y mecanismos implicados, variando mucho de unos pacientes a otros.

La expectativa de vida promedio de una persona con Parkinson generalmente es similar a la de aquellas que no padecen la enfermedad. Afortunadamente, existen numerosas opciones de tratamiento disponibles. Sin embargo, en las etapas avanzadas, el Parkinson puede dejar de responder a los medicamentos y puede asociarse con complicaciones graves como asfixia, neumonía y caídas.

Dado que el Parkinson es un trastorno que progresa lentamente, no es posible predecir cómo evolucionará la enfermedad en cada individuo.

La presencia de un enfermo crónico con una enfermedad degenerativa como el Parkinson en el entorno familiar genera una serie de repercusiones significativas sobre los familiares más cercanos, especialmente sobre el principal cuidador. Esto conlleva cambios notables en la vida cotidiana de los familiares, quienes deben adaptar sus rutinas diarias para brindar cuidados, lo que puede dificultar la conciliación de la vida personal con esta nueva responsabilidad. Los problemas más comunes incluyen alteraciones en el estado de ánimo, aumento del estrés y la ansiedad, fatiga, trastornos del sueño e irritabilidad, especialmente en el cuidador principal y durante las etapas avanzadas de la enfermedad.

Es esencial que los sistemas de apoyo, tanto en el ámbito de la salud como en el social, financiero y legal, brinden el respaldo necesario. Recursos de apoyo, como el programa iSupport de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la demencia, pueden ser de gran ayuda en esta situación.